Oprah Winfrey era la reina de la televisión estadounidense cuando publicó su primer tuit el 17 de abril de 2009. Su programa de la tarde sumaba entonces siete millones de espectadores diarios. Aquella misma semana, de hace siete años, una cuenta de la red social había alcanzado por primera vez más de un millón de seguidores y fue la de un famoso, el actor Ashton Kutcher (ahora con 17,4 millones), y no la de un medio de comunicación, así que Oprah decidió que era hora de sumarse al carro. Convocó a su programa a uno de los fundadores de Twitter, Ev Williams, y, con un portátil, escribió en directo un tuit destinado a hacer de aquel prometedor invento algo conocido y usado en todo el país. Las oficinas de la compañía se prepararon para aquel importante evento e invirtieron en un servidor nuevo, el servidor Oprah, solo para que su red resistiera al tsunami que se avecinaba. Pero Oprah, conocida por su torpeza con la tecnología, nunca llegó a publicarlo. Lo que no se vio en televisión fue que en vez de apretar el botón de enviar, Oprah presionó borrar. Cuando llegó el momento de la publicidad, Williams le arrancó el portátil de las manos, reescribió frenéticamente el mismo mensaje y fue él quien envió el histórico mensaje.
Poco ha cambiado en la red social que hoy cumple 10 años. Sigue siendo un entorno donde nada sale como esperan sus creadores. Ellos desarrollaron Twitter como un proyecto secundario mientras hacían una web para sindicar textos y vídeos. Presenciaron el crecimiento de su herramienta con pasividad. El 2 de noviembre de 2006 un usuario empezó a poner un arroba delante del nombre de las personas a las que se dirigía; meses después un grupo de personas puso almohadillas delante de las palabras clave de sus tuits. Con el tiempo, estos rasgos se convirtieron en características fundamentales de la plataforma. Sin embargo, hay algo en lo que aún no ha cambiado: Twitter aún sigue siendo el lugar donde los individuos mueven más masas que las marcas y donde todo el mundo tiene algo que decir. En definitiva, donde un famoso puede hacer todo lo que antes no podía.
Ahí es donde se nota la revolución que ha supuesto esta red social. Sin necesidad de medios, para llegar al público las celebrities han ido demostrando facetas inéditas. Alec Baldwin (68 millones de seguidores) se convirtió en un comentarista político tan imparable que acabó teniendo su propio programa en la radio pública estadounidense. Cuando el movimiento de protesta Occupy Wall Street le plantó cara al establishment financiero en otoño de 2012, se vanaglorió de contar con el apoyo público de Mark Ruffalo (Hulk en la películas de Marvel) o de Yoko Ono. Otros, sin embargo, corrieron con menos suerte, como David Bisbal y su nada acertado análisis acerca de la primavera árabe a principios de 2011: “Nunca se habían visto las pirámides de Egipto tan poco transitadas, ojalá pronto se acabe la revuelta”. Las burlas de los usuarios hicieron que esa frase se asociara tanto al cantante como cualquiera de sus éxitos. Con la expansión de esta plataforma, pronto se empezaron a valorar más las personalidades de los personajes públicos. Este año Brie Larson era la favorita para ganar el Oscar a mejor actriz, de hecho lo ganó, quién sabe hasta qué punto porque lleva años alimentando una cuenta llena de opiniones.
Pero la red también ha servido para indagar en la vida personal, sobre todo, de las estrellas. Se ha convertido en una herramienta para averiguar, por ejemplo, si una pareja sigue o no junta. Si dejaban de seguirse mutuamente, como pasó con Ashton Kutcher y su exmujer, Demi Moore, y más recientemente con Fernando Alonso y Lara Álvarez, se daba por sentada su separación. También ha servido para realizar parodias, el género de la década. Los primogénitos de Beyoncé y Kate Middleton tuvieron seguidísimas cuentas cómicas antes de nacer (la casa real británica usó la red de los 140 caracteres para anunciar el embarazo de la duquesa de Cambridge). No hay quien se salve de las burlas de los haters. Las reacciones en masa de los usuarios a lo que ocurre fuera de la red se han hecho cada vez más populares: Sara Carbonero protagonizó tantas burlas por sus comentarios en la Eurocopa de 2012 que el hashtag #graciassara fue trending topic mundial durante tres días y titular en todos los medios del país.
En la era de Instagram y Snapchat, Twitter sobrevive como el lugar donde empezó todo. También como recordatorio de los límites de su revolución de la fama: Oprah Winfrey ya no tiene esas audiencias televisivas y sus 31 millones de seguidores parecen pocos en comparación con los 70 de Katy Perry. Sin embargo, su influencia sigue siendo rentable. El pasado enero ganó 12 millones de dólares al anunciar una marca de pan en uno de sus mensajes. Twitter lo cambió todo, menos el poder de un famoso real.
Tomado de: http://www.msn.com/es-co/noticias/tecnologia/todo-lo-que-cambi%C3%B3-twitter/ar-BBqHVLw?li=AAggv0q&OCID=mailsignoutes
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