El cañón es estrecho: montañas a lado y lado, una carretera delgada y sinuosa y, en uno de los bordes, un precipicio que desciende centenares de metros hasta un río. El nombre del lugar lo dice todo: "La Llorona". El lugar perfecto para una emboscada.
Era 1992. En el jeep íbamos tres: Fabio "Loco" Sánchez, el conductor; Jesús "Chucho" Abad Colorado, reportero gráfico, y yo, redactor. De una de nuestras ventanillas sobresalía un palo con un pañuelo blanco. En todas las endebles casitas de madera que de tanto en tanto aparecían al lado de la carretera también se veían banderas blancas.
La emboscada había ocurrido un día antes. Guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FARC, atacaron desde la cima de las montañas a un convoy del ejército que se dirigía hacia la zona de Urabá. Según recuerdo, al menos 17 soldados murieron y varios más resultaron desaparecidos. Unos 8 sobrevivieron lanzándose por el barranco hacia el río.
Nosotros éramos los primeros periodistas en ir al lugar.
En un momento, "Chucho" se volteó -yo viajaba en el asiento trasero- y me preguntó, sonriendo si no temía que un francotirador me pegara un tiro.
Yo le sonreí -todo el que haya sido reportero de guerra coincidirá en que el humor negro no sólo es inevitable, sino indispensable en este tipo de situaciones- y le dije que sí, pero que en todo caso siempre le disparaban primero a los que iban adelante.
"Chucho" lo pensó unos segundos y se volteó riéndose, pero no volvió a pronunciar palabra el resto del trayecto.
Tomado de: http://www.msn.com/es-co/noticias/nacional/proceso-de-paz-con-las-farc-as%c3%ad-viv%c3%ad-la-guerra-en-colombia/ar-AAhz8CZ?li=AAggFp8&OCID=mailsignoutes
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