La imagen de James Rodriguez golpeando a la puerta de los dirigentes del Real Madrid el pasado noviembre para pedir un aumento de salario, justo tras estar dos meses fuera de las canchas por una lesión, parecía algo más que un error. Bad timing en su máxima expresión. Hoy, tres meses después, la escena cobra sentido con la publicación de las cifras del contrato del colombiano. Si bien, para el resto del mundo, los 4.2 millones netos que recibe por año son una cantidad difícil incluso de dimensionar, no corresponde con lo que el mercado del fútbol –obsceno o no- ofrece a jugadores de menor condición que las del goleador del Mundial, aún en su propia casa.
Llevar la ‘10’ del Real Madrid pesa. Exige partidos perfectos, agradar al míster, a la prensa y al público. Hay muy poco margen de error y la presión es 24/7. James ya ha tenido que pagar el precio de sus errores dentro y fuera de la cancha. No hay condescendencia. Con la lección aprendida y la prueba de que es más realidad que promesa, James tiene argumentos para buscar equilibrio salarial con los de su nivel en el vestuario. Que los chinos quieran quebrar el mercado por exceso, es otro tema, pero el colombiano cobra como clase media, con las responsabilidades de la clase alta del Madrid. La pregunta es, ¿quién pone las cifras?
Tomado de: http://colombia.as.com/colombia/2016/02/16/opinion/1455635723_661273.html
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